Para mí, hija de una mujer de 87 años, siempre decidida, trabajadora y con iniciativa, es un orgullo ver como los días que mi mamá tiene clases, me habla temprano por teléfono para recordarme que tiene que ir al Centro La Salle. Al llegar por ella, sale con ganas y entusiasmo, platica lo que aprende a pesar de que le cuesta trabajo entender, pero se maravilla de las palabras del profesor y de sus experiencias, siempre tiene mucho que platicar y compartir.

Ingresé al Centro de Formación Integral La Salle para formarme como catequista y así apoyar mejor a mi comunidad. Cuando vi la oportunidad de ahorrar dinero, dar alimentos más sanos y variables a mi familia, me inscribí en los cursos de cocina. Ahora estoy llevando los cursos de masaje y así apoyo a mi familia y amigos. Gracias a Dios ya estoy recibiendo remuneración económica por mis servicios. En La Salle aprendí más de mi religión y a servir, a alimentar mejor a mi familia, y ahora, a ganar dinero para salir con los gasto de mi casa

Para mí La Salle ha sido un lugar muy importante para mi salud emocional y física, los cursos de formación religiosa y de desarrollo humano, han sido muy importantes y han hecho de mí una mejor persona.

Cuando ingresé al centro hace 25 años tenía problemas emocionales, físicos y económicos, aprender a tejer aparte de ser una terapia fue un recurso para ayudarme económicamente. En este Centro conocí al que ahora es mi esposo, ambos jubilados por discapacidad. Ahora somos alumnos y maestros al tiempo que seguimos aprendiendo, madurando nuestra fe, sirviendo y generando recursos económicos.